miércoles, 7 de enero de 2015

EL FETO

 Ensayo en el que nos preguntamos si todo eso que se llama huevo humano, será que nuestra existencia ya es adulta desde la primera célula y, en consecuencia, terminado, abandonarlo,  respirar, crecer; tener que alimentarnos, etc. etc. Y la pregunta es esta: ¿Ese intelecto cómo es depositado en nuestra existencia? ¿Celular o acelular? Eso es lo que estudiamos aquí. Por otra parte, si calculamos que, a eso que llamamos nacimiento, lo hacemos con 50 cms. de media, a la edad de 3 años, deberíamos medir 2,50 metros de estatura. ¿Y esto por qué? ¿Por qué no continuamos creciendo a ese ritmo? ¿Orden de la Naturaleza? Misterio. Se ha utilizado el diálogo entre tres personas.embrión y feto es correcto, o se trata de un mero subjetivismo. ¿Realmente es así? debe  respetarse ya desde ese instante? Quizás a Kant se le olvidó el sujetivismo. Es decir, todo aquello a lo que estamos sujetos: permanecer en el vientre materno un tiempo¿No

APARTADO-II

APARTADO II- EL INTELECTO HUMANO,
                                       OTROS TEMAS.

Si nos fijamos en Sócrates y Julián Marías (se pueden poner otros), ambos dirían: “Sí, pero”; siendo su única diferencia, a su yo intransferible, la distancia en el nacimiento de cada uno de ellos. Por otra parte, Einstein no hubiese sacado a luz sus famosas ecuaciones, sin haber estudiado previamente las matemáticas de Pitágoras y otros anteriores a él. Y así en cualquier ramo del saber.
Si prestamos atención a la Protohistoria y Prehistoria (dada su extensión en los diccionarios, lo hacemos de forma reducida), encontramos que el Cuaternario, o período de las últimas glaciaciones, comienza entre 2 y 4 millones de años, pero sin poder precisar que fue en un día determinado. Por ejemplo, a tal hora del jueves de tal semana, mes y año. Eso sí, parece que ya hay noticias de la aparición del humano en la Tierra, pero con las debidas reservas hasta que los expertos se pongan de acuerdo en quiénes fueron nuestros primeros padres.
Aparte de palos afilados y huesos, se nos afirma la utilización de nódulos, lascas; raederas y otro largo etc. en piedra “toscamente tallada”¿...? Ya aclararemos nuestra extrañeza. Así, el sílex es trabajado desde el Paleolítico Inferior para obtener utensilios y su utilización se supone inmediatamente posterior al uso de los cantos rodados, o piedras “toscamente labradas”.
¿Alguien se atrevería a tallar una sin ningún tipo de herramienta? Se me puede contestar que, pensando...¿Y qué hicieron ellos, aun contando nosotros con la experiencia de su existencia en tiempos pasados? ¿Cómo salieron las primeras bombillas, trilladoras, ordenadores; o los primeros coches y camiones? Pues rudos y a ir perfeccionando.
“Se utilizaban en su talla distintas técnicas de percusión- Encontramos- A partir de un nódulo, o cuerpo central, se obtenían lascas que; trabajadas, daban lugar a las hachas de mano, buriles, raederas, raspadores, etc. La necesidad de este material, intensificó su búsqueda y, a partir del Neolítico, se puede hablar ya de una verdadera explotación minera, muy bien documentada en el sílex.
NÓDULO. En las rocas sedimentarias, los más frecuentes son el sílex y el pedernal”. Éste último, piedra durísima y de cantos afilados, se empleó, junto con el trillo de hierro, en las famosas trillas de la mies hasta que apareció la mecanización del campo, allá para los años sesenta, en España. Del mismo modo, servía para los mecheros de nuestros abuelos, aquéllos de mecha y pedernal y las personas que tengan más de cuarenta años se acordarán, o habrán guardado alguno de recuerdo. Por todo ello, se desprende que tallarlo durante el Paleolítico Inferior, requería mucho esfuerzo, o una técnica desconocida hoy día.
“LASCAS. Trozo pequeño y delgado, desprendido de una piedra”. Más adelante, veremos que el diamante no era conocido en la civilización grecolatina y sí a partir del siglo XVIII. De todas formas, supone una incógnita cómo se las arreglaron para tallar “tan toscamente” unas piedras tan extremadamente duras. Sin embargo, si seguimos, veremos que todos estos utensilios se encuentras esparcidos: “Por Occidente de Europa (Francia y Península Ibérica); África, Extremo Oriente, Oceanía.”
Es decir, por las regiones no sometidas a los intensos fríos de las glaciaciones del Cuaternario; aunque más tarde, en tiempos interglaciares, también haya muestras en Siberia, Norte de América, etc. En fin, nos surgen algunas preguntas. ¿Nos atreveríamos nosotros, habitantes del siglo XX, a cazar un mamut o elefante con un hacha de piedra? ¡Pero si nos da miedo un simpático ratón, el cual saldrá huyendo en cuanto nos detecte!
Más sencillo, si se dejara, una gacela; pero con la velocidad que lleva, ¿Quién la alcanza a la carrera? ¿Una cucaracha? ¡Qué asco e insecticida al canto! ¿Y los mosquitos trompeteros del verano? ¡Qué molestos, que no nos dejan dormir! Esta es la gran cuestión, que todos esos sentimientos, de aprobación o rechazo, se les negamos a aquellas gentes que fueron nuestros primeros antecesores.
Sin ellos, no existiríamos nosotros y pongamos un sencillo ejemplo: cualquier cementerio. ¿A qué vamos? A poner flores a nuestros deudos más queridos, marido o mujer, padres; hijos, hermanos...¿A los bisabuelos? Hombre...¿Y los tatarabuelos? ¿Quién se acuerda ya de ellos? ¡Pues eso!
Pasemos, pues, a esto que pomposamente llamamos civilización occidental para ver una de sus facetas:
“ESCLAVITUD. Estado social en que se puede ver una persona.
“Historia. Aunque la mayoría de las grandes civilizaciones del mundo mediterráneo antiguo conocieron la esclavitud, ésta tuvo una importancia muy distinta. En Egipto, incluso es incierta y dudosa su existencia durante el Imperio Medio y sólo en el Nuevo hay evidencia de ellas (1º). En el pueblo hebreo, los esclavos solamente formaron una pequeña parte de la población y estas sociedades se caracterizaban por poseer criados bien alimentados y atendidos. Sin embargo, el mundo griego, sobre todo a partir del siglo –IV, recurrieron suficientemente al trabajo servil como para que se pueda  definir a la sociedad, y a la cultura de la antigüedad clásica, como fundamentada en la esclavitud.
1º) “El Imperio Nuevo en Egipto tuvo su comienzo hacia el año –1.600. No obstante,  el fenómeno de la esclavitud en dicho imperio pudo tener algo de incidencia entre el –600 a –300; debido, más que posiblemente, a los ataques e influencia de Atenas o Esparta”.
“La condición jurista del esclavo se definió, en Grecia y Roma, esencialmente negativa, a diferencia de los códigos mesopotámico y judío. El esclavo era una cosa y, debido a ello, era objeto de cualquier transacción comercial. Desprovisto de personalidad jurídica, no podía contraer matrimonio legal, ni emprender acción judicial alguna (su testimonio no era admitido por la justicia). Estaba privado del derecho de propiedad y todo lo que conseguía, pasaba a manos de su dueño, incluso el peculio personal que le pudiera servir para comprar su libertad.
(2º) “Constituían una fuerza de trabajo, susceptible de ser empleada para cualquier tipo de actividad. Los señores poseían la plena potestad sobre los esclavos, incluido el matarle (la ley lo reconocía, especialmente en Roma); existiendo esclavos que fueron marcados como el ganado, mientras otros, mujeres, dedicadas a la prostitución en beneficios de sus amos.
3º) Peculio. Bienes que se podían dar al esclavo para su disfrute, pero nunca en propiedad.
“En la edad moderna, el descubrimiento de América, dio a la esclavitud una nueva dimensión. Es difícil evaluar cuántos negros fueron sacados de África. Quizás 14.000.000. En el siglo XVIII, las caravanas llevaban,  en un solo viaje, de 18.000 a 20.000 negros con destino a la esclavitud”.
-¡Madre mía, José Antonio, qué paliza se ha atizado el mandamás entre anoche y esta mañana!- Comenta Merche, tras acudir ambos y leer lo ya trascrito.
-¡Pues no te digo nada la que está preparando con eso de la economía!- Replica el citado, a punto de echarse a reír.
-¡Y qué le vamos a hacer si es así de trabajador!- Ella, un tanto azarada- Bueno, mira lo que yo también he escrito.
-Pues me parece estupendo y, mientras él acude después de arreglar lo que deben las arcas estatales de todos los países, lo tecleamos en el ordenador- Replica el médico, tras echar un vistazo:
“Siguiendo el ritmo impuesto por mis compañeros, he indagado por distintos autores acerca de este complejo tema que se han echado sobre sus espaldas. Respecto a lo retransmitido sobre Prehistoria, existen muchos más datos que los expuestos por el mandamás, aunque los tomarán algunos por “anticuados”. Es la gloria y desgracia, al mismo tiempo, de la condición humana; empujada a un constante e irreversible avance que condena al ostracismo lo descubierto ayer por arcaico. Pero es la base de los conocimientos que nosotros poseemos, además de soporte para los investigadores del mañana.
“Algo parecido a considerar que, aquellos movimientos sociales de los años 50, 60 y 70, del presente siglo, se considere como un lejano y ajado sistema de existencia en nuestra España para los jóvenes de los años 90. Pues bien, han de saber que fue esa generación, especialmente durante los 50 y 60, la que rompió con los ancestrales moldes, tan rígidos; dando lugar a la revolución juvenil que éstos, los de hoy, se atribuyen como propia.
“Estos carrozas”, vocablo tan de uso en nuestros días, implantaron los vaqueros, los “pankis”, el bikini; los bitells (me van a disculpar que no sepa inglés), junto con otra infinidad de bailes, como la “yenka”, la “trenka”, el “mambo”, etc. ¡Y los guateques, menos numerosos que las actuales discotecas, pero muchísimo más divertidos!
“Aunque os parezca que me enrollo, a mí me “mola” a mis...años, considerar necesario este pequeño rodeo ya que a mí, Merche, que me considero atea y fui militante del partido comunista durante varios lustros; fatalidad del destino, el mala uva del mandamás me ha encargado un estudio sobre...¡Las distintas creencias, o religiones, llamémosle como queramos! De modo que Dios...mejor ilustrarnos como es debido:
DIOS. “Ser impersonal y superior al humano, a quien se le atribuye esta o aquella categoría, en oposición a los espíritus o fuerzas impersonales, etc.”
Pues bien, si pusiésemos las denominaciones sobre este ente a través de todos los tiempos y lugares, ¡No acabaríamos nunca! Así, el vocablo Dios es empleado por el mundo cristiano, suponiendo para ellos que es el principio de la vida, la muerte; el más allá...algo que para mí estaba resuelto con negar su existencia; pero que me ha sembrado de inquietud al escuchar a estos amigos la famosa frase de Sócrates: “Lo único que sé, es que no sé nada” y que su ajusticiamiento pudo deberse a su defensa del monoteísmo.
“También me ha desconcertado bastante el que el director del proyecto asevera que se acabaron los tiempos en que los creyentes tenían que demostrar la existencia de este Dios. Que es al contrario, que somos nosotros los que debemos demostrar su no existencia. Según él, se lo escucho al dos por tres: “Fe es la afirmación más rotunda de no poder demostrar una cosa”. En consecuencia, el muy granuja se ríe y nos pasa la patata caliente a nosotros para que demos testimonio lo contrario, pero que sea fehacientemente científico.
“Por otra parte, esta “civilización cristiana” (yo fui bautizada) entrará en lo que denominamos siglo XXI, según nuestro calendario; pero los musulmanes tienen el suyo, los chinos otro tanto, los hinduistas...¿Con cuál nos quedamos para hablar de los quehaceres de la Humanidad? Por lo mismo, ¿Con qué nombre nos quedamos? ¿Con Dios, Alá, Shiva...?
“Al fin y al cabo, como este hombre afirma, el ser humano se ve obligado a fechar y fichar todo para no perderse en el laberinto en el que le ha metido la Naturaleza, cada uno en el rincón del planeta que le ha tocado vivir. Así y todo, tras mis modestas investigaciones, pienso que no hemos entendido, ¡ni comprenderemos jamás!, todo ese misterio que supone la vida.
“Me explico. Sin ir más lejos, tomando ese continente separado de los demás, y llamado América; acercándonos más concretamente a la del Norte, antes de la invasión anglosajona, estuvo habitada por esquimales en Alaska, norte de Canadá y Groenlandia. Si bajamos un tanto, lo que hoy supone EE.UU. y Méjico, lo ocuparon althabases, algorquinos, chichimecas y aztecas, los cuales nada tenían que ver con los esquimales, éstos de rasgos mongólicos, más otras gentes que invadieron este continente a través del estrecho de Bering y durante la glaciación Würm, según los expertos.
“Este mismo mapa lo encontramos en América Central con los mayas, América del Sur y las Antillas con otro abanico de razas, quizás provenientes de la Polinesia. Lo propio que en África y Oceanía. ¿Y para qué entrar en Asia y Europa? ¿Qué ocurre, siendo todos humanos? Pues que les llamamos de una u otra manera, según la región que habiten, por el lenguaje que utilizan o la creencia que practiquen”.
-Está muy bien para ser tu primer trabajo, querida abuela- Alaba el galeno con entusiasmo- Así que, tras oír tu encantadora voz mientras yo le daba a las teclas, debo dar la razón al mandamás cuando asevera que muchos de los tópicos populares, o propio de eso que absurdamente llamamos gentes sencillas, no hubieran tomado cuerpo si hubieran contado con nuestros medios. Por tanto, siguiendo, agreguemos:
“En África existen pobladores más antiguos que el Paleolítico Inferior europeo. Java es, posiblemente, una de las poblaciones más antiguas de la Humanidad. Tenemos lo de Chou-kou-tien, se comienza ya a hablar de Atapuerca con sus novecientos mil años en los restos humanos...¿Qué pudo ocurrir?
-¡Por tierra seca, José Antonio!- Se oye al director- ¡Por tierra seca!
-¿Ya estás aquí, mandamás del cuerno, ahora que disfrutábamos un poco?- Merche riendo de buena gana.
-No olvidéis que me hallaba en una habitación contigua, que tengo eso que dicen oído de tísico y os esta escuchando perfectamente- Responde el aludido- Ya que comentabais la aparición de restos humanos en tanto sitios y sin una explicación lógica, ¿Por qué no os preguntáis el porqué hasta el Renacimiento, esta civilización occidental ignora que la Tierra es redonda, que no es el centro del Universo; sino todo lo contrario, que el sistema heliocéntrico es el verdadero y que, quizás, por otras latitudes sí estaban al corriente?
-Cierto porque, cuando Miguel Servet esboza su teoría de la circulación sanguínea, tampoco él estaba muy seguro de su descubrimiento, sabemos la que la gastó Calvino- José Antonio.
-Pues Galileo se “espacó”, como dice mi nieta menor, gracias a que se “retracto”, hijos míos- Merche.
-¿Pero aún quieres tener más?- El director con su guasa- ¿No es bastante con la media docena que pariste?
-¡Mandamás el cuerno, es una forma de hablar!- Ella respondiendo en forma iracunda- Te llamaré sobrino.
-Estoy pensando en una cosa y dejaos de tonterías- El médico apaciguador- Estos acontecimientos me traen a la mente que, al elegir Cantabria-Tierra, fue porque ni tú ni yo, Marcelino, somos aragoneses y lo que te ocurrió en ocasiones, puede servirnos de ejemplo. Me has relatado que estuviste en una finca, a las que aquí se les llama “torres”, mientras que por otras latitudes se les denomina de otra manera, la masía catalana, etc., unos veinte meses aproximadamente.
-Pues sí- Comienza el director- Debido a la hambruna de la posguerra...no, no merece la pena, ni tenemos tiempo para esas naderías.
-Pero es que es una demanda que nos hemos formulado desde hace muchos siglos- Interviene Merche de nuevo- Me has hablado con frecuencia de que las acequias ya las habían construido los árabes. Sin embargo, éstos, a su vez, ¿De quién aprendieron? Porque, ya salidos estos temas agroalimentarios, ¿De dónde viene la pleita para los serones de tu tierra? ¿Quién saló el primer jamón, exquisito bocado en cualquier rincón de España? ¿Las morcillas, chorizos...?
-Merche, se nos está haciendo muy tarde- Le apercibe el propio director.
-¡Como llega la hora de comer, José Antonio, nos indica que cada mochuelo a su olivo! ¡Roñica!
-Os ruego que no tardéis mucho porque hay trabajo- Marcelino sin hacer caso al “piropo” de Merche.
-Decíamos esta mañana- Inicia ella la sesión vespertina- No quiero imitar a Fray Luis de León, que todas esas preguntas, caballeros, enlazan con que, en los sarcófagos, cerámicas, obeliscos; monumentos, etc., independientemente de demostrarnos que ignoramos los orígenes del arte; o si lo preferís, desde cuándo el humano domina la técnica del mismo, estamos al tanto de que es un don y lo dejamos para otra ocasión; comenzamos con que las pirámides de Egipto, América y Asia son una especie de poliedro segmentado. A mí me gustaría saber si, por dentro, sus paredes son rectilíneas.
-Lo son, Merche- Replica el director del proyecto.
-Gracias, mandamás, espero que te hayas enterado del aguijonazo que te ha soltado José Antonio esta mañana.
-¿Cuándo?- El otro, un tanto sorprendido.
-Los mandones, que los hay en todas partes- Ríe ella por la gracia que le causa irritar a Marcelino- Bueno, estábamos en que encontraríamos asimismo que todas las figuras humanas llevan un determinado tipo de vestimenta, además de tocadas con un cubrecabezas; también de muchas formas y con arreglo a su entorno cultural, o de costumbres. Sofisticados peinados femeninos, abalorios en ambos sexos, etc. etc. Esto no deja lugar a dudas en cuanto a su conocimiento del tejido, el sistema de preparar las lanas: oveja, llama, etc.; curtido de pieles de animales, cultivo de las fibras naturales: algodón, seda, cáñamo, esparto, lino...¿Me dejo algo?
“De igual manera, también conocían los tintes para estos tejidos y pieles; cómo se cosía y mil pequeños detalles más, no apreciados por los especialistas por cuanto cada uno desarrolla su tarea específica; pero sin tener en cuenta la opinión de aquéllos que no sean de su especialidad. Lo aclaro con un ejemplo:
 “Los historiadores, como popularmente son conocidos, van por un lado; los de la literatura, historiadores también, por otro; los de música por el suyo, los de arquitectura, escultura...
“Como mujer, observo que nuestro tecnificado siglo XX no ha podido solucionar el grave problema femenino del vello en el rostro de algunas congéneres en piernas, axilas y partes íntimas, algo que tanto afea a una dama que quiera ser moderna, esencialmente si han de aparecer en la “caja tonta”. Nos vemos obligadas, no hablo por mí, que a mis años...al depilado de cualquier tipo, incluso en aquellas partes que no cubren los bañadores y bikinis del verano...
“Ahora que pienso, es curioso este detalle porque, como se acerca el destape primaveral y estival, ¡toma pareado, mandamás, tú que presumes de ellos!; la publicidad para solucionar este problemón, y sobre cien formas de depilación, desodorización; tipo de colonia etc., nos van a bombardear minuto sí y otro también. Se unirán los bronceados, los modelos de bañador; toallas para estar en las playas...¿Qué más? ¡Pues toda esa parafernalia de una sociedad de consumo al por mayor!

jueves, 1 de enero de 2015

MARÍA

MARÍA, SER HUMANO. Unos someros apuntes sobre esta gran mujer, madre de Cristo, abarca el esfuerzo que tuvo que hacer entre su fe y su condición de madre, como tantas y tantas mujeres. 75 folios; aunque queremos destacar, tal cual dice el Padre Peralta, ese enorme amor de Mar

APARTADO SEGUNDO

VISITA A SU PRIMA ISABEL:
      Dicen que los grandes místicos son personas sumamente activas y con un gran poder de convicción para arrastrar, tras sus huellas, a otros seres. Una casi interminable lista de ellos avala esta teoría. Sin ir más lejos, ahí tenemos el caso de Teresa de Calcuta, mujer incansable en el esfuerzo por los más necesitados y que se las tuvo a raya con los poderes, tanto políticos como económicos, en defensa de sus tesis. Cuando aparece la terrible enfermedad del “SIDA”, mientras unos y otros se enzarzan en los pros y contras del modo de contraer dicha enfermedad, ella está pensando en el primer hospital para curar a este tipo de enfermos.
          Pero volviendo a este trabajo, desde muchos ámbitos mariólogos, se apunta a que María fue la gran impulsora de los cristianos en los primeros y difíciles momentos, a pesar de que no aparece por ninguna parte. Lo propio que en los relatos evangélicos, salvo cuando tiene que pedir que Jesús haga su primer milagro en una boda, o siguiendo los terribles acontecimientos del martirio de su hijo, cosa que no hay que poner en duda por cuanto ninguna madre, en su sano juicio, sería capaz de permanecer impasible.
          De este poder de decisión, nace el traslado hacia las montañas, a fin de visitar a su pariente, Isabel. Al igual que ahora, a pesar de los excelentes medios de locomoción de que disponemos, no era fácil emprender viaje para una joven y bella mujer. Esa literatura, o psicología del sexo, ha existido desde siempre y, del mismo modo que en estos tiempos, el “donjuanismo”; también conocido por machismo y otros sinónimos de mujeriego, era y sigue siendo habitual y María no llevaba un sello en la frente que la señalara como la intocable por ser la elegida de Dios.
Por tanto, es muy lógico suponer que debió realizar el desplazamiento en compañía de alguna caravana de confianza, o a través de un medio que le ofreciera las máximas garantías.
Era consciente de su debilidad frente a un fornido soldado romano, o a un salteador que le saliera al paso y, ¿por qué no? al clásico violador, también presente en todos los estamentos de cualquier sociedad. Nuestras damas, aun disponiendo de magnífico alumbrado en las calles, procuran no deambular por las poco transitadas. Las gentes, con gran poder de reflexión, miden muy bien sus pasos, sin que esto suponga óbice, u obstáculo, para retraerles de la decisión tomada. Ese es el punto donde nos debemos apoyar para pensar que la Madre debió tomar sus precauciones, a fin de emprender el camino.
¿Cuál era el motivo de este viaje? A través del contexto evangélico, se pueden sacar varias conclusiones, más o menos verosímiles, sin rozar el hondo significado y el mensaje que nos quiere transmitir. Como en este pequeño esbozo, nos fijamos en María, ser humano, tenemos un dato, nimio si se quiere; pero que, a mi entender, pudo ser muy elocuente y que nos arrojará algo de luz sobre el mismo. Era eso, una mujer en plena edad fértil. Iremos viendo, poco a poco, sus características personales. Sin embargo, nos quedamos con esto por el momento: era una hembra joven y atractiva.
Como ya hemos comentado, las horas que prosiguieron a su embarazo debieron ser terriblemente caóticas para ella. Su mente era un torbellino de ideas, preguntas e ilusiones que iban y venían sin orden ni control. Una noticia, de aquella magnitud, turba al más pintado ya que la mente humana jamás podrá comprender la Divina en toda su plenitud y permítaseme la pedantería de hacer esta pregunta: ¿Será la Eternidad para esto? ¿Será la dicha, en tiempo inacabable, para intentar entender quién es el Altísimo de verdad? ¿...? Nos explican que Fe es creer lo que no se ve.
Yo sugeriría trocarla por esta otra: La afirmación más rotunda de no poder demostrar una cosa. Por tanto, cabría suponer que, o la Trinidad tiene mente finita y al alcance de cualquiera, o que, en el colmo de liberalidad, dotó a María de un cerebro también infinito en inteligencia. Y, si eso fuera así, carecería de valor el esfuerzo de la Madre para conseguir su propia santificación. Si era una Diosa, ¿Para qué?
¿Es que a Isabel nadie le iba a ayudar en su parto? ¿No tenía a Zacarías por marido? ¿Y un sacerdote de aquellos tiempos no tendría criados de ambos sexos? ¿Estaba sin ningún familiar y sin vecinas que la podrían ayudar? Cuando María se entera, ella ya llevaba varios meses en estado de gestación. Además, por los datos evangélicos y los numerosísimos testimonios que poseemos, la Madre no gozaba precisamente de afán de protagonismo. Con toda sinceridad, me inclino a pensar que María necesitaba tres cosas: explayarse, sosegar ese torbellino de pensamientos juveniles y aconsejarse.
No por estas suposiciones, se le niega el gran servicio que pudo prestar a su pariente en los delicados meses que toda mujer gestante debe soportar. Eso yo no se lo niego. Es de ver cómo nuestras mujeres, las que nos rodean, rodean, y valga la redundancia, a la embarazada y hacen causa común con ella, habiéndolas que hasta sienten envidia, a pesar de haber dado a luz en varias ocasiones.
Y, a la formidable salutación con aquel piropazo, ¡Ya no puede aguantar más y arranca con ese canto maravilloso de júbilo, alabanza y gracias al Todopoderoso; donde, además, descarga toda la adrenalina y emoción, acumuladas durante el tiempo que medió entre su “fíat” y ese instante! ¿Pudo decírselo a sus progenitores, temerosos de Dios?
¡Naturalmente que sí, siempre y cuando fuera una gravidez normal, aun teniendo que soportar una terrible bronca por ser antes de su matrimonio! Lo primero que hace una mujer encinta, sobre todo si es primeriza, es comunicarlo al esposo y a su madre, o especialmente a ésta última y pedir cuantos consejos pueda recabar.
Pero, ante un hecho de aquella transcendencia, sólo puede servirle de confidente otra mujer “tocada de igual modo” por el Todopoderoso, aunque sin llegar a tanto ya que Juan vino al mundo por vía normal y no por obra del Espíritu. El Evangelio nos dice que, tanto Zacarías como Isabel ya no eran jóvenes, sino todo lo contrario.
De donde cabe suponer que, si la madre del Bautista había sido estéril hasta entonces y “se hallaba en estado avanzado de edad”, era posible que ya no menstruara, o cercana a que le llegara la menopausia; pero, aun a pesar de todo, tiene a su hijo, según mandamiento natural de cohabitación con su marido. Solamente Cristo, según dogma de fe, viene a la vida sin contacto sexual de hombre y mujer. ¡María no, ella fue concebida como cualquiera de nosotros!
Sobre el tiempo de existencia de la Madre entre nosotros se pueden sacar, al igual que hacen en sus escaladas los alpinistas, muchas facetas. Hubiese constituido un verdadero regalo el haber podido grabar las conversaciones de las dos mujeres que nos ocupan durante el tiempo que estuvieron juntas porque, mientras una ya contaba días para estar cumplida, la otra haría lo propio; pero con los días semanas, o meses, que llevaba de embarazo, tal cual lo hacen desde que la Humanidad comenzó su andadura. Por ejemplo, en nuestros días se juntan dos y una dice:
“Para tal fecha, estaré cumplida.
“Pues a mí  me falta tanto tiempo- Replica la otra y es lo más natural del mundo.
Un grave error, por parte de muchos creyentes, es pensar en un Dios, “zapatero remendón”, de fácil milagrería y manipulable para que nos solvente nuestros problemas materiales de cada día...”Dios mío, que mi hijo se cure”...¡Y a los demás que les den morcilla! Ella, María, sabe que no. Que sí, le echará una mano donde sus fuerzas no lleguen, pero nada más.
De ahí que, además de explayarse con su pariente sobre tan feliz evento; necesitase retirarse para reflexionar sobre la gran decisión tomada. Pero, sobre todo, aconsejarse de aquel experimentado matrimonio, mucho más preparado que ella, tan joven todavía. ¿Quién mejor que ellos, “también favorecidos” por el Altísimo con otro portento casi similar al suyo?
Allí, entre personas que le entendían, se desahogaría con toda naturalidad y sin tener que disimular su enorme alegría e ilusión. Y preguntaría a Isabel los mil y un problemas de las gestantes, poniendo a prueba la capacidad de paciencia de la ya próxima madre. He visto a muchas mujeres, encinta, que; cada niño que se les cruza en el camino, en especial si es de pañales, sólo tienen ojos para él. En su mente, cada uno de esos pequeñuelos es el posible retrato del que ella lleva en su seno.
También es cierto, y no hay que ocultarlo, que, cuando nace Juan, María debió gozar con él en brazos, tal y como hacen todas. ¡Y no digamos nada de cuando le arrullaba, limpiaba, cambiaba sus pañales, etc.! Cuando se les realizan estas delicadas tareas para su saneamiento, parece que estas criaturillas se van a partir en dos, especialmente a los varones.
Por tanto, María, cuando lavaba los pañales, planchaba; hacía la comida y un sinfín de tareas domésticas, se miraría y tocaría su regazo ya que, allí dentro, había otra vida; embrionaria todavía, a decir de los expertos; pero vida plena y que, según ella calculaba, ya no faltaba mucho para que fuera igual que el que tenía en sus brazos, o dormía en su cuna.
“Amarás a Dios sobre todas las cosas”, nos dicen los Mandamientos de la Ley. Otro punto de reflexión. Ella lo sabía y, debido a ello, ése debió ser, desde mi punto de vista, el motivo por el que no se negase, diciendo “no, lo siento” a la petición Divina; ni pensara, en aquel momento, en las comprometedoras consecuencias que le podría acarrear tal compromiso y valga la redundancia.
¿Qué diría José, su prometido? ¿Cómo reaccionaría? Nosotros lo sabemos a través del Evangelio, pero ella no. ¿Y si le enviase un recado, a través de esos parientes, también agraciados y, entre los tres, aclararle lo sucedido? ¿Y sus padres, familiares, amistades, vecinos y los propios entendidos de Nazaret, cuando apareciera en la sinagoga? ¿Se creerían que era, de verdad, la elegida para ser madre del Mesías, si se les contaba? ¿En qué cabeza humana cabe tener un hijo de esa forma? ¿Nos imaginamos un posible diálogo entre las dos gestantes?
”Las escrituras y profetas hablaban de ello, ¿Qué hago, querida prima?
“¿Y tú, siendo...me pides a mí consejo?”
“Pues alguien lo tiene que hacer”
“¿Por qué no esperamos y que Zacarías nos eche una mano? Él es sacerdote del templo y quizás...
Para cualquier creyente, este primer y amargo trance de la Madre, nos puede servir de ejemplo en ese hipotético diálogo entre las dos primas, repito. Ya la tenemos como la gran abandonada en los brazos del Creador. Tiene tanta fe, que confía plenamente en que el Omnipotente la sacará de apuros, si ella no es capaz.
“Te pueden suceder muchas cosas- Le hubiésemos dicho nosotros, de haber vivido en aquellos tiempos.
Bueno”- Nos respondería.
“Te pueden lapidar.
“Qué le vamos a hacer. Si es la voluntad del Señor...
“Quizás, con mucha suerte, tu prometido, un buen chico, se case contigo por compasión.
“¿Y qué? Dios me ha pedido que haga esto y ya sabéis cuál es el Primer Mandamiento. Amarle sobre todas las cosas, incluida la vida, la fama y lo que venga: desaprecio, calumnia; malos tratos, abandono por parte de José”...
A lo largo del Evangelio, sin tener en cuenta si lo narra uno u otro; nos da igual cualquiera de los cuatro, iremos viendo ese desconcertante abandono de la Madre en el Creador. Esa fe inquebrantable, que la llevará a las más altas cimas de la santidad, jamás alcanzada por ningún otro ser humano. Jesús, por su condición, no entra en esta cuestión, a pesar de que fue humano también, cosa muy a tener en cuenta.

APARTADO TERCERO

APARTADO TERCERO.

          Se terminaba el anterior apartado diciendo que, para cualquier creyente, este primer trance; agridulce, nos puede servir de ejemplo en nuestra propia conducta. Es, posiblemente, el primer momento de su vida, como dato constatable y no ofrece duda, en que podemos ver como imagen viva de confianza en el Creador. Él le dice que haga eso y ella no se acuerda de otra cosa que de ese Mandamiento, sin importarle la fama, calumnia; conducta de José, o la propia vida.
          No dijo al mensajero Divino: “Espera, voy a consultarlo y mañana vuelves para darte una contestación satisfactoria para ambas partes porque… comprenderás que, una responsabilidad así, no se puede tomar a la ligera”, por ejemplo.
          También se nos muestra con esa fe, inquebrantable, que: “Será tal y como le han dicho”.
          Pero, ¿Cómo realizó el viaje de regreso a su pueblo natal, Nazaret, por cuanto ya no podría ocultar su situación? Se puede deducir que, aunque José la visitase en calidad de prometido; lo normal en toda pareja de novios, ella no le adelanta nada, quizás pensando primero en hablar con sus padres. Un servidor la ve tranquila y confiada en cuanto el camino a seguir sobre el mandato Divino, pero otra vez nos advierte el Evangelio que Dios no es “el arregla todo”, que nosotros deseamos que sea, o convertirle en parche a nuestros problemas y males.
Que dejó a María intentar arreglar el rompecabezas que pudiera derivarse con José, su ya casi marido, y sólo interviene cuando las fuerzas de ella no son bastantes para solucionar el conflicto.   
Pasemos por alto las posibles escenas y diálogos de la pareja que, en breve, debería contraer nupcias, diciendo que, si nos fijamos en las dificultades de cualquiera de los miembros de un matrimonio, o noviazgo; para María debió suponer una durísima rampa la desconfianza de José por cuanto, lo sabemos, quería repudiarla en secreto. Al fin y al cabo, había pasado una buena temporada en otro lugar donde también existían hombres y, si bien, como también hemos apuntado; iría a cortejar con ella, no dejaba de ser un largo periplo para cualquier joven varón que ve, que la que va a ser su esposa, viene preñada.
Ella, la madre del Hijo de Dios, tenida por...¡Aunque sólo fuera de pensamiento, dado que él no quería decir una palabra con el fin de que la lapidasen, era el castigo al adulterio entre lo judíos...María lo debió pasar muy mal! ¡No hay cosa que más le duela a una mujer, que ese trato! Me refiero a una mujer, no a una cualquiera de ésas que nos viene en la “tele”, o revistas “del corazón”; “la cual se jacta de sus distintos amoríos”, por tratar con cierta discreción este tema, que ha tenido con éste o aquél, a cambio de una “exclusiva” y su correspondiente suma de dinero.
De ello que, en este tratado, hayamos comenzado colocando a María en ese estado de plena confianza en el Padre Eterno. ¡Cuántas veces Dios nos propone cosas a realizar, sencillas, complejas; o extraordinarias, como es este caso, y nosotros, con nuestra cobardía; a pesar de que también empleemos el eufemismo de comodidad, rehusamos con estas o parecidas palabras!
“Es que yo no sirvo para eso...soy tan poca cosa...vale más que recemos a Dios y que Él lo resuelva. Al fin y al cabo, Él puede con todo”.
¡Naturalmente que puede! ¡Hasta venir a este mundo nuestro sin la ayuda de María para llevarle en su vientre! ¿No se sacó de la nada el Universo, incluidos Adán y Eva? Pero Lucas nos afirma que Jesús: “Era igual a nosotros, los humanos, menos en el pecado". Luego Cristo quiso nacer de mujer, al igual que los miles de millones que hemos nacido ya, o nacerán a medida que las generaciones futuras se sucedan.
De ahora en adelante, desvelado para José el misterio de la Encarnación, éste debió convertirse en confidente, consejero, dentro de lo que pudiera; protector y...¡qué sabemos!, de la Madre. De manera que ya juntos como marido y mujer, emprender un camino que sólo los locos valientes por una causa son capaces de recorrer. Vamos a sondear, dentro de lo que a nuestra mente le sea concedido comprender, este itinerario en la vida de esta maravillosa pareja.
José, a pesar de que nada nos consta, debió distar mucho de ese venerable anciano, calva incluida, además del resto del cabello canoso; las no menos luengas y respetables barbas, más casi apoyado en un bastón para poder caminar, fruto de la imaginería popular. Ella, esa imaginería, ansiosa de convertirse en custodia de la virginidad de la Madre, nos arroja a un José achacoso o, como aquel que dice, apto para un carasol; cenar unas sopas de ajo, dado lo delicado de su salud, derivado de su provecta edad.
Sin ir más lejos, cada artista del pincel, o de la estatua, nos arrojan piezas magistrales, placer para la vista el contemplarlos; pero muy lejos de la realidad, habiéndolos a millares por todas partes, esencialmente en iglesias, o también en los cientos de miles de belenes que adornan nuestros hogares para celebrar la Navidad de cada año. ¿Acaso Dios le había pedido la virginidad a María, a cambio de...una especie de contrato mercantil?
“Oye, María, vas a ser la madre de mi Hijo, pero...¿Qué van a decir los demás de mi reputación? Debes cuidar de mi honra y fama, ¿Sabes?” ¿...?
Por tanto, siguiendo lo que ya constituye un dogma de fe, rogando que se recuerde mi definición sobre la misma, ¡Es la propia María la que ofrece esto porque ya no desea tener más hijos! ¡Está desbordada con El que le habían anunciado! Pero, como ya se ha comentado, no era una determinación unilateral. De ahí, de ese pequeño e insignificante pormenor, deduzco su gran poder de convicción. Porque sí, el Altísimo aclara a su prometido la forma en que ha quedado grávida; pero el otro problema, el de la mutua convivencia, ya casados, que no es asunto baladí, ¡Lo deberían resolver entre ellos!
Como personas que, en equipo, tienen que buscar su propia santificación individual a través del esfuerzo personal e intransferible. Aquí no cabe a un Creador diciendo: “Bueno, con lo que le sobra a ésta, dándole un poco al otro, podemos arreglar el tejado de los dos”.
Y convencer a un varón, joven y fuerte, siendo ella; por añadidura, una mujer de toma pan y moja...¡No está al alcance de todos! ¿O es que María no tenía los atributos propios de cualquier hembra? ¿No llevaría su abultado vientre, de embarazada, como cualquier otra mujer? ¿Es que no comía, dormía, menstruaba y demás necesidades de la existencia en la Tierra? ¿José tampoco comía, calzaba, etc.? ¡Caray, cuánto favoritismo! ¡Así cualquiera!
Adán y Eva también vienen inmaculados, o sin pecado de origen, y no vamos a discutir ahora si fueron creados adultos, o pequeños al igual que nosotros. Tampoco entramos, no es le momento, en los razonamientos del darvinismo en cuanto al origen del humano: Que provenimos de los póngidos africanos, aparte de la interminable lista de posibles ascendientes. Esta cuestión se estudia en tratado sobre la famosa evolución, pudiéndose comprobar que es bastante dudosa esta teoría. Sólo diremos que, si fuera cierto este fenómeno, a la evolución habría que traspasarle todos los atributos con que distinguimos al Creador: Omnisciencia, Omnipotencia, etc.
Pero leemos que: “Dios creó al humano a su imagen y semejanza”. Es decir, con una mente reflexiva, la cual actúa de forma poliédrica y simultánea a la vez; inteligencia ésta de la que carece el resto de flora y fauna. Los animales no tienen voluntad, el humano sí. En consecuencia, ellos actúan por instinto; mientras que nosotros tenemos consciencia del bien y del mal.
Se deduce de esto, por tanto, que Adán y Eva son creados en las mismas condiciones que María: Inmaculados. ¿Qué ocurrió con ellos, con los tres? Pues que los primeros, en aras a su voluntad, libremente dicen no a los planes del Todopoderoso; mientras que la Madre dice sí a los mismos. Pero un “sí” que, desde que tiene uso de razón; es decir, desde que llega a la edad necesaria para distinguir entre el bien y el mal, la transporta hasta el día del tránsito junto al Padre.
Esto viene a confirmar lo ya reiterado de su capacidad de esfuerzo, de lucha por conservar su fe, además de la inestimable ayuda del Altísimo. Pero ayuda que todos recibimos, dado que, si no fuera así; deberíamos pensar en un Dios caprichoso, injusto y cruel. Un Dios favorecedor de unos y detractor de otros.
He conversado sobre el celibato con hombres y mujeres, religiosos y religiosas; asegurándome unos y otras que no constituye mayor problema que el que los demás queramos darle. No obstante, unos y otras, con el fin de salvaguardar sus respectivos votos; se apartan de todo aquello que pueda perturbarles, incluidos los conventos, nunca comunes entre sí. O como dice el refrán: “Entre santa y santo, pared de cal y canto”.
María y José, no importa en qué orden les pongamos, la próxima puede ser al revés, ¡Eran matrimonio que compartía vida en común! Ella en plena hermosura de mujer joven y José...pues también, ya se me entiende. Pero añadamos que no constituye pecado las relaciones sexuales de pareja en matrimonio, elevado a Sacramento por el mismo Cristo, con el fin de perpetuar la especie. Por causa de esta “nimia cuestión”, hacemos hincapié en ella. Porque debió resultar muy complicado para estos colosos del amor mantener su compromiso con Dios. También, por lo mismo, se ha dicho que emprendieron un camino de locos, locos de amor y agradecimiento a su Creador, por el inmenso favor de hacerles custodios del futuro Redentor.
Son de sobras conocidas y, por consiguiente, no vamos a entrar en materia sobre las dos palancas con que contaba María: Su fe y poder de oración, además de meditación; a lo que habrá que agregar su afán por el estudio de todo lo relacionado con su creencia. Ahí tenemos a Santa Teresa de Jesús, San Pablo; Santo Tomás de Aquino, San Agustín y un larguísimo etcétera.
Pero así como la fe es un don del Altísimo, el resto es un ejercicio que robustece el espíritu para, a su vez, “recibir más fe”; rogando que se me permita el subjetivismo por cuanto el vocablo “fe” ya es objetivo en sí y, aunque se puede robustecer, ya no puede crecer. Algo así como muscular nuestros brazos con la gimnasia, pero que no se hacen más largos por eso. Debido a este símil, recordemos que María fue una auténtica atleta de la fe. Porque todo el tiempo de su existencia fue oración, lectura y reflexión, del mismo modo que Cristo es Eucaristía. Él tenía visión directa de Dios; ella FE: “Demostración de no poder demostrar una cosa científicamente”, hemos dicho ya.
Si durante el embarazo y diálogos con José, sus padres, sus parientes más cercanos, Zacarías, Isabel y algún otro que no nos cita el Evangelio; una vez conocida la verdad del mismo, ya le vinieron asuntos espinosos a resolver, ¡La primera y gran sacudida, cual ciclón casi devastador, le llegaba a la Madre precisamente con el nacimiento de Jesús y los vertiginosos acontecimientos que rodearon al suceso!
Nuevamente se ve desbordada por las luces y sombras del Creador. Si le habían anunciado que: “Sería grande”, ¿A qué buscar un rincón, el que fuera, para que viniera a la sociedad? Supone otra nueva aventura, en esa escalada de la montaña, que supone María.
¿Sabía ella que Jesús debería nacer en Belén y no en otra ciudad, por ejemplo en el mismo Nazaret? En mi modesta opinión, estoy completamente seguro de que sí. Bástenos recordarlo comentado hasta este punto en nuestro trabajo, para darnos cuenta que ella, desde muy pequeña, estaba en contacto permanente con las Escrituras. Entre los judíos, una de las más peliagudas cuestiones a resolver sobre el Mesías era, precisamente, el lugar exacto donde debería nacer.
¿No nos peleamos nosotros por el lugar donde vino al mundo Cristóbal Colón, o cómo fue la existencia de Homero, verbigracia? ¿Y vamos a comparar a estos personajes, por muy famosos que sean dentro de la Historia, con Jesús? Para cualquier ciudad, o pueblo de Judea, constituía un inenarrable orgullo ser la cuna del Anunciado por los profetas.        
Por otra parte, quien tenía que empadronarse y obedecer al edicto imperial era José; cabeza visible de aquella familia a los ojos humanos. Con lo cual, y debido al avanzado estado de gestación de María, supongo que no le hubiera costado ningún impedimento, insalvable, disculparla ante las autoridades con el fin de que no llevara a cabo tan incómodo viaje, teniendo en cuenta que la distancia entre ambas ciudades oscila sobre los 75 kms. En consecuencia, un legajo firmado, más bien sellado por alguna autoridad nazaretana, era más que suficiente. Eso en el caso de que ella debiera acompañar a su marido, persona que sí tenía la obligación de empadronarse por descender de la casa de David.
¿Qué nos hace pensar esto? ¡Pues que la Madre, bien a través del propio Zacarías, bien por algún otro entendido en la Escritura de su lugar de nacimiento; o por convencimiento propio de haberlo leído trescientas mil veces, sabía perfectamente dónde debería nacer el Anunciado por los profetas. ¡Y prosigue ese “sí”! Hacia allí encamina sus pasos sin hacer preguntas, ni poner pegas. Se nos presenta, de nuevo, con ese poder de decisión, de capacidad para el esfuerzo y sacrificio; más su inquebrantable fe en el Señor.
De no ser así, parecería ridículo, aunque hiciera el viaje en asno; al menos para recorrer esos 75 K., da igual el sexo del animal, emprender un viaje de varios días, con sus noches, en una persona tan reflexiva y que medía sus pasos al milímetro. Es inconsiderado con ella pensar otra cosa.